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Miguel Ianinni - Bogotá, Colombia

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El confinamiento hizo que el negocio de Miguel pasara de tener más de diez eventos semanales a no poder trabajar. Tuvo incluso que devolver dinero de eventos que ya estaban pagos y no podrían realizarse. Al principio el sentimiento de Miguel fue de impotencia total, incluso llegó a creer que ya no servía para nada. Sin embargo, el confinamiento, el apoyo de su novia, Ximena, con quien espera una hija, y la recursividad que lo caracteriza, hicieron que encontrara la manera de sacar a flote su empresa.

 

En el proceso surgió una serie de ideas y reflexiones sobre la situación. Su testimonio es una muestra de cómo una circunstancia absolutamente adversa para cualquier ciudadano puede desembocar en resultados positivos y hasta generar nuevas ideas de negocio. También es el reflejo de cómo al estar encerrados tenemos la oportunidad de reflexionar sobre cómo estamos haciendo las cosas y qué tan capaces somos de adaptarnos a cualquier situación.

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